Escuela BSR Fundosa: Entrevista de la semana

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Fundosa ONCE – Hace dos temporadas nació el proyecto para la creación de una escuela de baloncesto en silla y desde entonces muchos chavales han pasado por sus puertas.

En esta ocasión entrevistamos a una de nuestras chicas, Marina Aldea, que ha estado con nosotros desde el principio, disfrutando de cada “viernes de escuela” y dándolo todo en cada impulso.

– ¿Cuándo empezaste a jugar a baloncesto en silla?

Hace más o menos un año y medio me avisaron de que una nueva escuela de baloncesto en silla abría sus puertas, la Escuela del CD Fundosa ONCE, me puse en contacto con ellos, conocí a los entrenadores Ángela y Raúl, y desde entonces cada viernes de la semana tengo una cita en mi agenda.

– ¿Cuantos años tienes ahora?

Veinticuatro años recién cumplidos.

– ¿Qué es lo que más te ha gustado durante todo este tiempo y qué te anima a seguir?

La verdad es que me resulta difícil decir una sola cosa, supongo que sería el sentirme plenamente a gusto cuando estoy allí, durante esa hora; porque en ese preciso momento sólo existen mis compañeros y la actividad que estamos realizando y no hay ninguna otra cosa que se cruce por mi mente y esa desconexión me encanta, no la consigo en ningún otro momento ni lugar.

Y sobre todo ese sentimiento de “formar parte de…” un equipo.

– ¿Has notado que has aprendido nuevos conceptos de baloncesto en silla?

La verdad es que cuando empecé hace año y medio no tenía idea de cómo era, había oído hablar de ello pero no había visto ningún partido de baloncesto en silla, sólo conocía el de a pie. Por lo que he visto hasta ahora, entiendo que el baloncesto en silla requiere, en primer lugar, de forma física y algunas destrezas iniciales con la silla y con el balón. Me atrevería a decir que requiere de un esfuerzo y forma física mucho mayor que en el baloncesto a pie; y que a su vez es mucho más táctico y requiere de una gran compenetración entre los jugadores.

El hecho de que existan una gran variedad de jugadores con diferentes capacidades, hace que en el baloncesto en silla exista una “misión” muy clara y delimitada para cada jugador, donde cada jugador desempeña un papel complementario y necesario para lograr un objetivo común.

Al principio, cuando veía jugar al Equipo sólo era capaz de ver jugadas aisladas, un pase especialmente bueno, una canasta espectacular, un contraataque veloz, una caída, un buen triple…, -jeje “sólo”-, pero la verdad es que hay muchísimo más que leer entre todas esas sillas “chocando” y ahí es donde está la verdadera “chicha” y donde empiezo a leer las verdaderas jugadas…

– ¿Qué cambios ha supuesto en tu vida la práctica del baloncesto con la escuela del CD Fundosa ONCE? ¿Crees que han sido positivos?

Desde pequeña siempre me ha gustado mucho el deporte, mis padres siempre nos dejaron elegir, tanto a mi hermana como a mí, qué actividades queríamos practicar al salir del colegio y yo siempre lo tuve muy claro: deporte, deporte y más deporte; el fútbol y el karate llenaban mis tardes. Pero tuve mala suerte y una enfermedad que siempre había estado ahí, pero que no se había manifestado, salió a la superficie, afectando a mis músculos e impidiéndome controlar mi cuerpo, en poco tiempo tuve que dejar todo aquello que conocía y me encantaba. Durante muchos años he intentado buscar otras cosas que hacer y en las que emplear mi tiempo libre, pero sólo he logrado eso, ocupar algo de tiempo, nada más. Me sentía un poco como un cantante que pierde su voz y sigue diciendo y pensando que sabe y le gusta cantar; yo soy cantante, soy deportista; sin embargo llega un momento en el que ya sólo queda el sentimiento y el recuerdo, y te preguntas si puedes seguir diciendo lo mismo cuando hace ya mucho tiempo que no tocas un balón y no formas parte de un equipo, de eso hace ya más de trece años. Puede que quizás ya no seas esa persona que recuerdas.

Así que, en resumen, supongo que puedo decir que la práctica del baloncesto con la escuela CD Fundosa ONCE, entre muchas otras cosas, ha supuesto recuperar una parte muy importante de mi identidad.

Por supuesto, ha sido un cambio muy positivo.

– ¿Consideras importante la práctica de un deporte de manera regular (en este caso el baloncesto en silla) para cualquier persona, y concretamente para personas con algún tipo de discapacidad? ¿Por qué?

La verdad es que encuentro que el deporte te aporta muchas cosas y yo no he podido encontrar los mismos beneficios en ninguna otra actividad, pero supongo que depende de cada persona y su situación. Personalmente, y tomando también el reflejo de mis compañeros de la Escuela, creo que la práctica del deporte supone un impacto positivo tanto a nivel psicológico, como fisiológico y social, y que ese impacto se multiplica en las personas con una discapacidad física.

El deporte supone un instrumento de integración y de superación, y permite disfrutar de la experiencia del trabajo en equipo y de la satisfacción de las metas superadas a través del esfuerzo.

El deporte ayuda a las personas discapacitadas a salir del aislamiento en el que pueden estar inmersas, el fortalecimiento de la autoestima, el aumento de la sensación de control y la mejora de la autoconfianza.

Mi experiencia es que, en muchos casos, las personas con discapacidad física que practican deporte son más extrovertidas y más lanzadas, tienen menos miedos y menos temores; son y se sienten menos frágiles porque pueden sentirse fuertes en el campo donde precisamente se encuentran sus dificultades, porque son conscientes de que a pesar de las carencias pueden ser competitivos y ser mejores.

– Ya para acabar, dime tres razones que se te ocurran por las que recomendarías la ESCUELA DEL CD FUNDOSA ONCE

1. Es un lugar para la superación personal

2. Diversión, risas y buen rollo.

3. Compañerismo, formar parte de un grupo al grito de: Uuuuuuhhhhhhh Fun-do-sa!!!

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