«En la pista no hay problemas, sólo están la raqueta, la pelota, el contrario y tú»

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  • Conocemos las historias de los integrantes del equipo nacional de tenis en silla de ruedas

  • La gran diferencia con el tenis convencional es que está permitido el doble bote

  • El circuito es muy similar y también hay Grand Slams pero al mejor de tres sets y sólo los juegan los ocho primeros

marca.com – Martín Varela, Álvaro Illbore, Daniel Caverzaschi, Quico Tur, Elena Jacinto y Lola Ochoa. De primeras probablemente estos nombres no les suenen pero si les digo que son nuestros Nadal o Anabel Medina seguro que saben de qué deporte les hablo. Todos ellos forman el equipo nacional de tenis en silla de ruedas que este fin de semana se ha concentrado en la Ciudad de la Raqueta de Madrid para realizar una serie de test técnicos, tácticos y físicos y preparar una temporada cuyos dos puntos fuertes son el campeonato del Mundo por equipos, algo así como ‘la Copa Davis’ (en Corea en mayo) y los Juegos Paralímpicos de Londres, (en agosto-septiembre).

Están todos en la capital salvo Quico Tur, convaleciente de una lesión y el único que se dedica al tenis de forma profesional. El resto compaginan sus trabajos (en un estanco, en una aseguradora o en una asesoría) y los estudios (ESO o universitarios) con los entrenamientos y las competiciones. De su bolsillo sale el dinero necesario para viajar a los torneos porque las ayudas no llegan a cubrir el 40 ó 50 % de los gastos.

«Mi vida gira alrededor del tenis. Primero mi mujer, luego el tenis y después todo lo demás. En mi caso trabajo para poder jugar al tenis», nos explica Martín Varela. Este gallego sufrió un accidente de moto con 19 años en el que perdió una pierna. «Antes escalaba y jugaba al fútbol así que decidí seguir con el deporte. Para mí fue una vía de escape», añade. Empezó practicando baloncesto en silla de ruedas pero lo cambió por el tenis y ahora compagina su trabajo en un estanco con los entrenamientos cuatro días en semana a 80 kilómetros de su casa. Reconoce que es complicado pero se siente afortunado porque además de contar con un entrenador personal «uno de mis hermanos es preparador físico y otro osteópata, así que cuento con el equipo en casa. Mi mujer trabaja para que yo pueda hacer esto. Es un deporte individual en el que somos un equipo», añade sonriendo.

Álvaro Illbore también compagina su trabajo en una asesoría con los entrenamientos. A sus 39 años es el más veterano del equipo. Lleva 17 años jugando al tenis y se entrena tres días en semana. Cuando empezó jugaba con gente sin discapacidad y reconoce que lo prefiere. «Juego casi siempre con gente de pie porque da mucho ritmo. Me gusta jugar como si estuviese casi de pie, con mucha velocidad de bola. Me gusta que me den caña, que haya batalla», nos cuenta sonriendo.

Su objetivo este año es el Mundial porque no se ve con opciones de conseguir la plaza para los Juegos Paralímpicos de Londres. Ya participó en los de Sidney (2000) y en los de Pekín (2008) y el recuerdo que guarda es inmejorable: «Vivir una experiencia olímpica es lo que todo deportista anhela y para mí fue increíble».

Londres está en la mente de todos. «Es el sueño de cualquier deportista. ¿Quién no sueña con eso?» nos diceElena Jacinto . Ella también combina su trabajo en DKV Seguros con el tenis. «En el hospital probé casi todos los deportes pero el que más me gustó fue el tenis porque podías jugar con cualquier persona sin necesidad de que fuera en silla de ruedas. En cambio, en el resto de deportes sí que necesitas que la otra persona esté en silla», nos explica.

Con esa misma naturalidad cuenta que llegó al hospital tras «un intento de suicidio. Me tiré al metro de Barcelona porque sufría un trastorno mental». El deporte, y más concretamente el tenis, han sido claves en su recuperación. «El deporte te ayuda en tu vida diaria, te da fuerzas para subir una rampa o subir y bajar más rápidamente del coche. Mentalmente te evade de todos los problemas. En la pista sólo están la raqueta, la pelota, el contrario y tú. No hay problemas, es perfecto», agrega.

El tenis conquistó a Elena, igual que a Daniel Caverzaschi, uno de los más jóvenes del equipo. A sus 19 años combina sus estudios de primer año de Administración y Dirección de Empresas en Inglaterra con la práctica del tenis. «Es muy duro compaginarlo pero me encanta. Mis amigos dicen que estoy loco por levantarme temprano para entrenar y no tener mucho tiempo libre pero es que entrenar mismo me gusta», nos cuenta sonriente.

Empezó a jugar hace siete años. Antes había probado todo tipo de deportes «incluidos el esquí o el golf pero el tenis me encantó». Es el único deportista discapacitado que forma parte del Team Vodafone «que nos apoya y paga clases que nos forman como deportistas y como personas». Su objetivo hasta mayo es disputar diez torneos internacionales y conseguir la plaza para Londres.

Un deporte en augue
El billete para los Juegos Paralímpicos se consigue por ránking: en el caso de los chicos se clasifican los 48 primeros y en el de las chicas sólo las 24 primeras. «Ahora mismo sólo un par ya lo tienen más o menos (Quico Tur y Lola Ochoa). Hasta el 20 de mayo hay opciones de conseguir puntos en torneos tanto en España como en el extranjero» nos cuenta David Sanz, el capitán del equipo. Lleva 17 años ejerciendo como tal sin cobrar por ello y quitando de su tiempo libre y de sus vacaciones las horas de entrenamiento y de competición. Un esfuerzo que hace porque le apasiona este deporte.

Un deporte que ha cambiado mucho en las dos últimas décadas. «La primera competición en España tuvo lugar en 1991 para preparar los Juegos de Barcelona’92. Por entonces había 10 jugadores, en la actualidad compiten más de 100. El salto cualitativo en las dos últimas décadas ha sido increíble. En los primeros años sólo había dos torneos (el Campeonato de España y el Campeonato de Cataluña) y a día de hoy son más de 20 torneos nacionales y 7 internacionales», añade. Dos de ellos se celebran en España, uno en la Ciudad de la Raqueta y otro organizado por la Fundación Emilio Sánchez Vicario.

El tenis en silla de ruedas está en auge pero no mucha gente lo conoce. «El circuito es casi igual que el del tenis profesional. Hay Grand Slam que se juegan de forma paralela y simultánea a los cuatro grandes que todos vemos por la tele sólo que en este caso lo juegan los ocho mejores del ránking», explica David.

Pocas diferencias con el tenis convencional y una silla de ruedas especial
No son tantas las diferencias con el tenis que todos conocemos: el tamaño de la pista, las raquetas, la altura de la red y el tanteo es igual. La principal diferencia es que se juega con doble bote, aunque los jugadores de gran nivel sólo utilizan uno porque así le dan más velocidad. Eso sí, incluso en los Grand Slams se juega al mejor de tres sets y las sillas de ruedas son diferentes a las convencionales.

Martín nos explica estas diferencias: «Las ruedas tienen un grado de inclinación de entre el 16 y el 20% para girar más rápido y tener mayor estabilidad. Hay una quinta rueda detrás para no volcar y el material es más ligero. En mi caso tengo un asiento a medida para mover la silla con sólo moverla cadera, sin necesidad de usar las manos».

Este fin de semana, en la Ciudad de la Raqueta también han tomado parte de las sesiones de entrenamiento como ‘sparrings’ los madrileños Rubén PérezRoberto Chamizo. Este último lleva un año lesionado por un tema cervical. Los mareos y los vértigos le apartaron de la competición. Ahora su objetivo a corto plazo es recuperarse del todo. Sólo tiene 19 años por lo que tiene tiempo de sobra para conseguir muchos éxitos en el futuro, ya que el tenis en silla de ruedas es un deporte muy longevo. La mejor prueba de ello es el polaco Tadeusz Kruszelnicki, que a sus 56 años ocupa el duodécimo lugar del ránking y el próximo verano competirá en los Juegos Paralímpicos de Londres. Todos ellos son un ejemplo de superación.

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