Natación en la ciudad, con sueños Paralímpicos: «sorprende el triunfo del espíritu humano»

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 La historia de una profe de nataci�n que hace de su mundo laboral una familia, mejorando la calidad de vida de ni�os con discapacidades.diariohoy.net – María Cecilia Di Bella nos recibe con la malla puesta. Se muestra tal cual es, feliz, espontánea, energizada al calor de los chicos, sus alumnos de natación. La disciplina que eligió no es común, la rama de la discapacidad y todos sus pormenores que están más allá de un pergamino universitario. Y porque en este mundo debe remarse contra la corriente. Por eso, en un tramo de la nota la cinta del metálico grabador se “salpicó” con esas lágrimas de amor humano. Y fue ahí cuando Cecilia le dio vida al título elegido para esta nota.

“¡Niños! Vamos a correr una maratón acuática en Baradero, en noviembre, ¿qué les parece?”. Oyen, con exagerada atención, Tadeo Villar, de 10 años, con mielomeningocele, una lesión medular congénita; Lucía Cantero, de 8, con la misma patología; y Juan Bautista Lojo, de 10, con hemiparesia, secuela de parálisis muy leve. El trío irá por ese desafío en la inmensidad del río Paraná (en uno de sus brazos), aunque en la esencia sólo les nutra las almas el desarrollo personal, un pasito más hacia la independencia en este juego de la vida (juego que para ellos tendrá un obstáculo más que el resto de los mortales). La competencia será de 50 metros promocional, para chicos.

Esos chicos padecen secuela de parálisis cerebral infantil, lesión medular congénita (mielomeningocele) y TGD. Para todos el objetivo es el mismo: que la calidad de vida mejore cada día y que a través del deporte se convierta la discapacidad en una capacidad.

Cuando Cecilia desanda su camino, se detiene en un recuerdo. Tadeo tenía 3 años. Ella lo deja libre de manos en la pile. Ella ahora llora de emoción. Y Tadeo lo recuerda con una sonrisa: “Tenía miedo de hundirme”.

Podría decirse que Ceci es como una tía, de hecho no es mamá (“mis hijos están acá”).

-¿Qué les decís para que pierdan el temor de los primeros días?
-Yo les digo que el agua es chocolate. Como ahora, que vamos a ir a correr al río, ya saben que cuando entran al agua no ven nada, así que nos entrenamos con las antiparras tapadas para que sepan nadar sin mirar. Es un juego, un desafío personal, creo que ellos no tienen límites y todavía les queda todo por delante en el deporte.

Cecilia recién llegó de Londres, donde vivió sus terceros Juegos Paralímpicos. Ya es el tercero, en los dos anteriores fue voluntaria en la organización. “Conversé con entrenadores y deportistas de otros países. Me gusta ver cómo el deporte es parte de la inserción en la sociedad. Porque también me gusta ver de todo, desde vóley sentados hasta rugby en sillas de ruedas, las bochas y el básquet. Y después de estar en Sydney 2000, Atlanta 1996 y Londres 2012, después de ver a mis alumnos todos los días me sigue sorprendiendo el triunfo del espíritu humano: es una bestialidad.

-¿Cuál es tu meta cada día?
-Lo que les digo a las familias y a los chicos cuando los recibo: al traerme el papel del médico con el nombre del niño, la edad y la patología que tiene, a ese papel transformarlo en capacidad. Y creo que ni los padres ni yo nos imaginamos lo que lograron hasta hoy.

Las técnicas no serán consultadas en esta nota, si eso que hacen es crol, o pecho, o mariposa. Como en el agua, el intercambio de palabras se fue a pique a las profunidades de la existencia. Incluso se rió en la única pregunta que trató de subir a la superficie: “Con ocho horas de pileta, ¿cómo hacés para cuidar la piel?”. “No importa, me pongo un poco más de crema y chau”.

Aunque ya prepara a discípulos (su sobrino Federico Di Bella está al lado en todo), antes tuvo que tener grandes maestros, y recordó las figuras de María Beatriz Arrechea, a quien ayudó a los 19 años en escuela de sordos. Y mencionó al Profe Daniel Córdoba: “genio y loco, que me enseñó a no quedarnos en el rectángulo, sino en mirar un poco más allá de la pileta”.

Tadeo, como Riquelme, está feliz. Por algo nació el día de los enamorados -del año 2002-. Pero dice que es amigo de la Gata Fernández y la Brujita Verón. Sonríe hasta debajo del agua, tal como observó el fotógrafo de Hoy al descubrir al pequeño deportista mientra braceaba en el agua templada del complejo Montego, en Barrio La Loma, el multiespacio que coordina Gabriel Palermo, el hermano mayor del “Loco”, el mayor goleador de todos los tiempos de Boca Juniors.

La natación como forma de vida

Por su carácter, Tadeo bien se ganaría una medalla de oro. El hijo de Gabriela y de Gabriel, una familia tipo del Parque San Martín, amante de las cosas simples como algunos domingos en la cancha viendo al León, nació con esta enfermedad, que realmente no hace mella -insistimos- en sus humores. Y ya dede el vamos, en la familia Villar es como si no existiera la discapacidad motriz de uno de sus integrantes. Lo que emana de su corazón confirma la regla universal: primero está lo de adentro, después viene el plano físico, lo de afuera.

“La profe me dice que nade tranquilo y que no me canse”, comentó quien estudia en el Santa Teresa, de 60 y 27, y juega “a la Play cuando estoy aburrido”.

Quiere hacer handball como próxima ilusión, “pero mi papá no quiere, no sé por qué, yo vi por tele y me gusta el handball”.

La buena nueva es que la profe Di Bella ya habló con la entrenadora de natación de Buenos Aires para que pueda verlo nadar. “Ya vio algunos videos de Tadeo, y quizás tenga su primera posibilidad a los 14 años, en Río 2016”. Vamos que se puede, vamos que con estas ganas se llega hasta los Paralímpicos, pibe. Y tal vez el oro se haga realidad.

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