La bici como herramienta para la supervivencia

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Guillermo Prieto se aferra al ciclismo tras perder una pierna

  • El ciclista Guillermo Prieto. MARCA
    El ciclista Guillermo Prieto. MARCA

    El corredor vasco estuvo a punto de morir en un accidente laboral en 2009

  • Tras haber corrido en amateur, Prieto recuperó la bici como método de rehabilitación
  • Ahora, sin una de sus piernas, brilla por Europa en el ciclismo adaptado

Nacho Labarga/marca.com. Un desafortunado resbalón le cambió la vida en 2009. Unas manchas de aceite le hicieron patinar hasta quedar atrapado en una de las máquinas con las que trabajaba. Los días de Guillermo Prieto(Olaberria, 1974) dieron entonces un giro de 180 grados. «Paradójicamente, fue en aquel momento cuando comencé a sentirme ciclista de verdad», reconoce en declaraciones a MARCA.com.

El corredor vasco nunca pudo llegar a profesionales. Se quedó en el campo amateur. Las necesidades obligaban: «Me metí a trabajar en la fábrica de Renault en Valladolid como mecánico. No logré fichar por ningún equipo profesional así que seguí ligado al ciclismo únicamente mediante carreras populares». Hasta aquel fatídico 8 de enero de 2009: «Estaba trabajando, me resbalé y quedé enganchado. Fue el momento más dramático de mi vida». Casi muere, aunque ahora dice sentirse un afortunado. «Al final sólo perdí una pierna. Podía haber sido mucho peor», rememora.

De ahí al infierno. «Pasé por operaciones, infinidad de sesiones de rehabilitación, meses de reposo… En esos momentos lo más importante es ser fuerte de cabeza. En el ciclismo pasa algo parecido, al final ganan los que, además de piernas, tienen buen coco», explica un corredor al que le costó un mundo volver a subirse encima de una bici. «Con la primera ortopedia que me hicieron en Valladolid casi no podía ni andar. Pasaron muchos meses hasta que, por fin, di con la mía tras un viaje a Barcelona».

De regreso a las carreras
Tan sólo unos meses después de quedarse sin pierna, Guillermo ya se ajustó su nuevo maillot: «Resultó un día emocionantísimo y a la vez muy triste puesto que, cuando encaraba la recta final de meta, me rompí el fémur y tuve que estar otros 7 meses parado y en muletas». Vuelta a empezar. Un reto más para un ciclista vocacional. «Las lesiones o las desgracias te hacen fuerte. Cuando me recuperé estaba más fortalecido que nunca. Gané el campeonato de España por equipos en pista en 2011, hice sexto en la Copa del Mundo, tercero en el Campeonato de España…». Su vitrina comenzó a engordar tanto como sus méritos, que llamaron la atención hasta de los más grandes entre el pelotón nacional.

«Mucha gente me dice que soy un ejemplo, que valoran todo lo que he luchado aunque también es cierto que a la hora de la verdad no recibo muchos apoyos», se queja un ciclista que actualmente únicamente luce el nombre de su pueblo natal en el maillot. «Esto es un poco triste, entrenas 5 horas al día, vas a las carreras… pero tienes que costearte casi todo». Por suerte, su mujer se encarga de traer el dinero a casa: «En mi caso me toca más cuidar de mi hija. Cuando crezca, volveré a tener un trabajo normal».

De Valladolid, al cielo
Prieto, que sale a entrenar con Grijalba (Caja Rural amateur) y cuyos ídolos son los hermanos Izaguirre, Purito y Valverde, compite en la modalidad de C4 de ciclismo adaptado. «Hay desde el C1 al C5 según el nivel de minusvalía, yo estoy en la segunda ‘mejor'», apunta el vasco, cuyo calendario anual se limita a la Copa del Mundo, los Campeonatos de España y la Bira internacional además de otras carreras por Euskadi. «Al ser un deporte globalizado, al final siempre nos juntamos un pelotón amplio. Antes solía ir a correr más a Francia, pero la crisis ha provocado la desaparición de muchas competiciones».

Sabe que sus carreras distan mucho del Giro, Tour y Vuelta, aquellas pruebas en las que se imaginaba con un dorsal en su época de amateur: «Lógicamente, los recorridos no tienen nada que ver, pero la esencia es la misma». A veces, en plena batalla, su pierna metálica le juega alguna mala pasada. «Todo depende de si lo piensas o no. Si estoy concentrado y metido en la ruta, vigilando a los rivales y pensando cuándo atacar, se me olvida todo. Hasta que me falta una pierna». Ciclismo en estado puro.

 

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