Cuando la pasión por el fútbol derriba todo tipo de barreras

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En julio se disputará el Mundial de la especialidad, y Rosario tendrá el orgullo de tener cuatro jugadores que la representen.

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“Cree en ti mismo y en todo lo que eres. Reconoce que hay algo dentro de ti que es más grande que cualquier obstáculo”, Christian D. Larson.

Cuando en la vida damos los primeros pasos, es casi una obligación territorial puntear alguna que otra pelota de fútbol. En estos arrabales del mundo, la devoción por aquello que despierta pasiones viene desde la cuna como un estigma que será cargado de por vida. Once contra once, siete contra siete, cinco contra cinco o como venga la mano para armar un picadito y saciar la sed de fútbol. Pero si te cuentan que hay un grupo de pibes que se juntan todos los martes para practicarlo en sillas de ruedas. ¿Cuál sería tu reacción?

“Las máquinas guerreras” representan los colores de Rosario Central, que fue el primer club de la provincia que se interesó por esta actividad. Dos tiempos de 20 minutos, cuatro contra cuatro, una pelota, y un marea de sueños que se agita en cada grito de gol que emerge desde el alma.

Para estos guerreros, las patologías motrices severas son una barrera a la cual se encargan de derribar a fuerza de tesón y corazón.

Conclusión pudo dialogar con Cristian Buschiazzo, entrenador de las “Máquinas Guerreras”, quién profundizo sobre este deporte adaptado: “Esto nace en Francia allá por los ’70. Pasó muchísimo tiempo para que podamos traerlo a Argentina. En nuestro caso, estamos entrenando desde el 2013 y tratando de crecer día a día”.

La escasa difusión y lo costoso de las sillas motorizadas hacen que muchos queden marginados a la hora de querer practicarlo. “Al ser un deporte muy nuevo en esta parte de América, sumado a que no participa en las competencias paralímpicas, la difusión es una traba muy grande. Hoy tenemos activamente practicando entre 8 y 10 chicos. Vale la pena destacar que es una disciplina mixta, un ejemplo más de lo inclusivo que resulta este deporte”, enfatizó el entrenador.

A diferencia de otras disciplinas adaptadas, esta requiere de un esfuerzo muy grande de todos. El traslado y la preparación de la silla son solo algunas de las baterías de requisitos que se necesitan para poder llevarlo adelante.

Pero no hay piedra en el camino que no se pueda sortear. En el horizonte de la selección nacional de Powerchair está el Mundial que se disputará del 5 al 9 de julio en Estados Unidos. Cuatro rosarinos integrarán ese plantel, como es el caso de Valentín Olmedo. “Esto que estoy viviendo es un sueño que persigo desde muy chico. Para mí el fútbol es una enorme pasión. Juego al Powerchair desde que llegó a Argentina y ahora estamos todos muy metidos e ilusionados con el Mundial que se viene, al igual que la Copa Libertadores con Rosario Central en noviembre”, sostuvo.

Hace mucho tiempo que el fútbol dejó de ser sólo patrimonio de hombres, y Sofía, quien integra el plantel canalla, lo entendió perfectamente: “Básicamente para mí esto es un sueño cumplido. La posibilidad de que sea una disciplina mixta me ha concedido la responsabilidad de representar al sector femenino”, dijo.

No hay distancia que pueda apagar tanta pasión, y así lo entendió Manu, quien junto a su estoica familia recorre cada martes casi 150 km. “Me gusta mucho jugar al fútbol, me divierte y apasiona. Es una experiencia maravillosa que junto a la ayuda de mi familia puedo disfrutar”. Tímido, pero irreverente a la hora de ir a buscar cada pelota, este cordobés de General Roca le rinde culto a la fuerza de voluntad.

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