Toni Ponce, una ascensión silenciosa en la piscina

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Con una explosión tardía, el catalán es uno de los mejores nadadores del mundo y aspira a lo máximo en el Europeo paralímpico de Dublín.

Jesús Ortiz / dxtadaptado.com

Nunca es tarde para impulsar ese talento que aguarda en el cajón. Eso debió pensar Toni Ponce, que se ha convertido en uno de los mejores nadadores del mundo a sus 31 años. Su ascenso a la élite de la natación paralímpica ha sido silencioso pero constante. El catalán es un deportista de explosión tardía, capaz de ofrecer un gran rendimiento conforme pasan los años.

Con seis años se lanzó por primera vez a una piscina por recomendación médica para mejorar la movilidad y la fuerza de sus piernas, ya que desde niño padece una paraparesia espástica bilateral degenerativa que le provoca una gran limitación al andar. «Dejé la natación con 13 años, entrenaba con gente convencional y tuve una mala experiencia en mi primera competición, en la que quedé último, ya no me motivaba ir a entrenar», relata.

Pero un día, con 25 años, cambió el chip. «Viendo por televisión los Juegos Paralímpicos de Londres 2012 me llamó la atención la natación, había personas con una discapacidad similar a la mía. Aquello me animó, así que decidí volver. Me lo tomé en serio, pero solo me planteaba hacer deporte y competir», comenta el deportista de Vilafranca del Penedès (Barcelona).

Comenzó a entrenar en Sitges en 2013 y al año siguiente el técnico español Jaume Marcé empezó a moldearlo en el CAR de San Cugat. «Lo detectamos en Cataluña en un programa de tecnificación. Ha mejorado mucho, a nivel funcional ha perdido movimientos, pero en el agua se transforma y domina muy bien el medio. De intentar luchar por ir a campeonatos y entrar en finales, a pelear por medallas, ha experimentado un gran cambio en poco tiempo. Cada año me da la sensación de que puede conseguir más», recalca su entrenador.

En 2014 debutó en un Europeo en Eindhoven, donde ganó el bronce en el 4×100 estilos, su primera presea internacional. En 2015 acudió a su primer Mundial en Glasgow y en 2016 cumplió su sueño de estar en los Juegos Paralímpicos de Río. Pero el éxito le llegó el pasado mes de diciembre en el campeonato del mundo de México, con un oro en 100 braza, una plata en 100 espalda y un bronce en 400 libre.

«Nunca imaginé que iría a unos Juegos o ganaría medallas en un Mundial. Cada año he subido un escalón en forma de nivel y resultados. Todos los sacrificios y esfuerzos han merecido la pena, la natación se ha convertido en mi vida», apunta este fisioterapeuta, a quien el cambio a la categoría S6 le ha beneficiado. «Competía en la clase S7, algo que me perjudicó porque me medía a rivales con mucha más palanca. Mi enfermedad va a peor y me afecta a las piernas y también al abdomen, al tronco y un poco a los brazos», explica.

La próxima semana estará en el Europeo de Dublín (Irlanda) y aspira a lo máximo. «Nadaré siete pruebas y quiero entrar en todas las finales, estar en mis mejores marcas, disfrutar de este exigente campeonato y rendir al máximo para pelear por medallas en 100 braza -posee el récord mundial con 1:28.18-, 400 libre, 200 estilos y 100 espalda», subraya Ponce. Su objetivo a largo plazo es llegar a Tokio 2020: «Serán unos Juegos diferentes porque llegaré mejor preparado y más competitivo, no me pongo límites, quiero hacer cosas grandes».

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