ARGENTINA: Básquet adaptado, vidas y dobles sobre ruedas

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Tiro de esperanza. Un jugador lanza al aro durante un entrenamiento en la cancha de Acdava. (Foto: Raimundo Viñuelas)mundod.lavoz.com.ar – En cada una de esas metalizadas sillas ruedan historias que, muchas veces, bordean el abismo. Giran y giran, y en cada “remada”, se entreveran aventuras y desventuras, fiel representación de la vida misma.Es en este contexto que el básquetbol adaptado se presenta como el escenario de un teatro donde los jugadores se despojan de sueños postergados, de cuerpos mutilados y voluntades doblegadas y renacen como el Ave Fénix, sintiéndose útiles, solidarios, importantes e incluidos. Es como bien ejemplifica Dante Acuña, uno de los cultores de la práctica en Córdoba: “Dentro de la cancha es un mundo aparte. Es como tirarse a la pileta, donde todos disfrutamos del agua”.

Dante es uno de los tantos jugadores con capacidades diferentes que semana tras semana entrena como uno más del equipo y en cada partido deja todo en la cancha, como cualquier profesional, a diferencia que el único bolsillo que “engrosa” es el de su satisfacción personal, quizás el más difícil de llenar.

A pesar que a Dante se lo nota distendido, calmo y feliz, como a tantos cultores de este deporte que crece día a día, la vida le ha cometido algún “full” violento: de sus 56 años, 38 los lleva valiéndose de una silla de ruedas luego que una bala disparada por un delincuente en un asalto, allá por 1974, lo dejara paralítico cuando apenas llevaba 27 días cumpliendo tareas como oficial de policía.

En esa época jugaba al fútbol en Defensores de Pilar y estaba a punto de incorporarse a Racing, aunque prefirió ser un servidor público.

Ahora, y luego de entremezclar trabajos varios con estudios (llegó a tercer año de Derecho), Dante no sólo preside Acdava. (Asociación Civil de Deporte Adaptado de Villa Allende), sino que es uno de los referentes del plantel. “Cada vez que encuentro un discapacitado en ‘la Villa’ intento reclutarlo. Es que es muy beneficioso para la persona. Te cambia la vida. Muchos estaban en sus casas sin actividad, solos con los jueguitos o mirando tele. Ahora vienen a entrenar, viajan y juegan”, agrega con entusiasmo.

En ese mismo tono recuerda el rescate de chicos con depresión, “pibes que estaban muy desmotivados, que ni se atrevían a hablar. Lamentablemente pertenecemos a la clase ‘los discapacitados’ porque fuera de este entorno te hacen sentir llevado a menos. Acá, se encuentran con iguales, en un ambiente relajado porque todos comparten la pasión por jugar y por sentirse vivo”, agrega Dante.

La actividad viene creciendo a pasos agigantados y en ello reconoce la gestión que hace cuatro años llevó adelante la Agencia Córdoba Deportes al reimpulsar la actividad distribuyendo 30 sillas de ruedas a los clubes, asistencia técnica, transporte y organización. “Hemos crecido muchísimo y los padres impulsan a que los chicos hagan deporte. Veo en los más chiquitos muchas ansias por jugar, de pelear por sus colores. El básquet les cambió la vida. Algunos agarran sus cosas y van solos a entrenar. Han hecho un cambio de 180 grados”, dice reconfortado y satisfecho. Y no es para menos en alguien que padeció y palpitó como pocos los giros a los que nos somete la rueda que es vivir.

Reglamento. Las reglas son casi las mismas que se utilizan para el básquet profesional, sólo que la “caminada” se da cuando el jugador realiza dos o más “remadas”, que son el envión que se da con los brazos a la silla de ruedas. Además, cada jugador, de acuerdo con su discapacidad, tiene una calificación que va de 1 a 5 puntos y, en cancha, el equipo no debe superar los 15 puntos. “Por eso se transforma en un juego de ajedrez, pues hay que elegir a los jugadores justos y que precise el equipo sin superar ese puntaje. Para ganar no alcanza con tener el mejor plantel, sino que hay que saber cómo hacerlo jugar a cada uno en determinado momento”, explicó Dante

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