Elena Congost, otra medallista sin club

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    • Diez días de que comience la temporada, no tiene ficha en ningún club
    • No pide dinero, sólo material deportivo
    • Tiene una enfermedad ocular que le hace ver de forma distorsionada
    • Gracias al atletismo consiguió hacerse respetar en el colegio

    marca.com – Durante cinco años Mireia Belmonte y Elena Congost han compartido habitación en el CAR de San Cugat, concretamente hasta los Juegos de Londres. Allí, la nadadora se encumbró con dos medallas de plata en los Olímpicos y allí también la atleta saboreó la gloria proclamándose subcampeona en 1.500 metros en los Paralímpicos. Pero ambas comparten algo más que habitación y éxitos. Ambas, a día de hoy, están sin club.

    «No pido dinero, yo vivo de la beca ADO Paralímpico, simplemente pido material»

    El caso de Mireia lo conoce todo el mundo porque ha salido publicado en todos los medios. El de Elena no. Quedan diez días para que se acabe el plazo de fichajes en los clubes antes del comienzo de la temporada y la atleta sigue entrenándose en el CAR bajo las órdenes de Mustapha Lourchit, «que es como un padre para mí». Pero sin ficha en un club no podrá competir y el año que viene hay Campeonato del Mundo en julio.

    «Cuando volví a mediados de septiembre de los Juegos Paralímpicos pensé que se me valoraría más gracias a la medalla. Sabía que económicamente los clubes están mal pero sólo se trataba de sentirme más valorada. No pido dinero, yo vivo de la beca ADO Paralímpico, simplemente pido material. En mi anterior club, el Hospitalet, no se portaron bien conmigo. Me dieron un top y unas braguitas y cuando les pedí un chándal me dijeron que no me lo merecía. Son detalles que te desmotivan», cuenta a MARCA.com.

    Elena insiste en que no es una cuestión económica. «El Estado ha recortado un 34% las ayudas y todas las federaciones lo han notado. Los clubes reciben menos subvenciones, por eso entiendo que no quieran pagar pero yo no pido dinero», repite.

    La catalana ha llamado a varias puertas para que le ayuden pero en todas ha recibido la misma respuesta, un portazo. «Me dijeron que me llamarían del F.C. Barcelona pero no lo han hecho. Es por ser atleta paralímpica porque tienen atletas con peores marcas que yo. No he tenido noticias de nadie. También he preguntado a varias marcas deportivas para ver si me ayudaban con material, que a ellos no les cuesta nada, y me dicen que no por ser atleta paralímpica», explica.

    «Una medalla no te cambia la vida, no te ayuda»

    Elena, de 25 años, está viviendo un auténtico calvario. «Sólo pido que me fichen y me valoren. Una medalla no te cambia la vida, no te ayuda», lamenta.

    El atletismo es su vida
    Los de Londres eran sus terceros Juegos. En Atenas acabó séptima, en Pekín fue sexta y en la capital británica, por fin, recogía los frutos al trabajo de los últimos años. Desde que ganase la plata en 1.500 metros en el Mundial Chrischurch en enero de 2011, Elena se dedica exclusivamente a entrenar gracias a la beca ADOP. El atletismo siempre ha sido su vida y si al final no consigue club pagará ella misma la licencia para competir como independiente. «Son 150 euros, no pasa nada, los pago, pero es muy triste. Además me tengo que pagar el material deportivo, los viajes para competir…».

    No va a parar por muchos obstáculos que haya. La enfermedad ocular que sufre de nacimiento la han convertido en una luchadora. «Sufro atrofia del nervio óptico. Esto hace que la imagen llegue al cerebro tarde y distorsionada, al ser algo directamente relacionada con el sistema nervioso afecta negativamente el estado de cansancio, nerviosismo… Veo como una foto borrosa y distorsionada pero es mi realidad desde nacimiento», explica.

    «En el atletismo encontré una forma de hacerme respetar por los compañeros del colegio»

    El atletismo aportó a Elena la seguridad que le faltaba. «En el cole encontré en las clases de educación física, donde nos hacían correr, una forma de hacerme respetar por los compañeros y por tanto, sentirme bien con algo que destacaba. Ganaba siempre. Y corría cross donde mi padre corría a mi lado por fuera para no perderme porque alguna vez me equivocada de camino», cuenta. «Más adelante, de la mano de la ONCE, empecé a competir y a entrenar más», añade.

    La ONCE fue la primera en ayudarla, después vendría el Comité Paralímpico Español a través de las becas. Ahora, con una plata en su currículum, ningún club apuesta por ella, lo que demuestra que queda mucho por hacer para que los deportistas con algún tipo de discapacidad sean tratados como el resto de deportistas de élite. Como señala la propia Elena «es injusto porque entrenamos igual que un atleta olímpico, ni más ni menos».

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