Zanardi, el hombre milagro

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Alex Zanardi no es un deportista cualquiera. El piloto, con sus dos piernas amputadas, no ha cesado de afrontar nuevos desafíos.

mundodeportivo.com – El último lo ha superado este fin de semana: acabar el IronMan de Hawaii. Zanardi empleó 8 horas, 47 minutos y 14 segundos en completar la prueba: 3,86 km a nado en mar abierto, 180,2 km sobre bicicleta –una handibke– y los 42,195 km de la maratón final sobre una silla de ruedas. Finalizó en el puesto 272 entre los 2.187 participantes, nada mal para un debutante en la considerada prueba más dura del mundo pese a su edad, 47 años, y sus dos piernas amputadas.

«Ha sido magnífico, excitante, un día que no olvidaré el resto de mi vida», dijo al borde de las lágrimas. Se había propuesto hacerlo en menos de diez horas.
«Lo más duro para mí fue la natación, porque me faltan las piernas y es más difícil impulsarse. Perdí mi tubo de respiración tres veces y tragué agua», explicaba divertido. Una situación que ya había anticipado; una tabla le ayuda a flotar pero resulta más complicado mover la cabeza. «Pero si trago agua no hay problema, habré llenado el depósito de sales minerales».

Lamentó que la prueba donde tenía previsto recuperar, la handbike, «no fue nada fácil. En el recorrido de ida soplaba viento en contra y en el de vuelta, en lugar de ir a favor, se torció a viento lateral y casi volqué. Al final volvió a ser viento de cara y tuve que poner el desarrollo que normalmete se usa en los ascensos».

Luego vino la maratón. «No es lo mismo ir en silla de ruedas que en handbike. Los brazos se usan de otra manera, los músculos son otros». No fue fácil «porque mi sudor caía sobre las llantas y mis guantes no tenían suficiente adherencia para impulsarme, pero logré el objetivo, bajar de las diez horas. Estoy muy satisfecho».

Devuelto a la vida

La vida de Alex está plagada de desafíos extremos estos últimos años. No le asusta cualquier retofísico, y menos después de recordar por lo que tuvo que pasar. Tras haber corrido en F1 y ser dos veces campeón de F-Indy, Zanardi vio cambiar su vida en un segundo. Fue el 15 de septiembre de 2001 en el autódromo alemán de Lausitzring. Salía 22º en la parrilla pero se colocó en cabeza y a 13 vueltas del final perdió el control del coche, que atravesó la pista y acabó impactando contra el de Alex Tagliani. El monoplaza de Zanardi quedó partido justo tras las ruedas delanteras, quedando sus pies al aire. El Doctor Streve Olvey decidió taponarle las femorales para detener la hemorragia mortal y el capellán de la Fórmula CART le dio la extremaunción antes de ser trasladado al hospital de Berlín, donde la amputaron las piernas a la altura de las rodillas. Quince operaciones marcaron su paso por el hospital.

De reto en reto

Sus retos se fueron encadenando. Primero, asumir que sus dos piernas fueron amputadas a la altura de las rodillas. Segundo, volver a andar gracias a dos sencillas prótesis. Y después, el retorno a las carreras. «Ahora si vuelvo a sufrir un accidente, ya no me partiré las piernas», bromea.

En 2003 volvió a subirse a un monoplaza de F-CART adaptado. Lo hizo para dar en Lausitzring las 13 últimas vueltas que le faltaron para ganar en el óvalo alemán el día del desgraciado accidente. En 2003 tomaba el volante de un BMW 320 en el Mundial de Turismos, con el español Antonio García de compañero. Llegó a ganar carreras, pero le sabía a poco.

Encontró en el ‘handbike’ una nueva motivación. Tanta que en 2010 decidió aparcar el automovilismo para centrarse un este deporte, variante paralímpica del ciclismo. En los mundiales de ciclismo de 2011 ganó la plata contrarreloj, y se lanzó de lleno al reto de los Juegos Paralímpicos. En Londres 2012 el resultado no pudo ser mejor: oro en contrarreloj y en línea, y plata por equipos en la prueba mixta. Y quedan dos sueños imposibles, si esa palabra existe en su diccionario: volver a correr las 500 Millas de Indianápolis y un viaje por el espacio.

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