El valenciano alcanza con su jabalina 59.94 metros en un control en Pamplona y sufre una lesión de rodilla en el segundo lanzamiento.
Jesús Ortiz / dxtadaptado.com
Hace casi ocho meses Héctor Cabrera cazaba con su jabalina una plata en el Mundial de Dubai y un billete para los Juegos Paralímpicos de Tokio. Pero la pandemia de la Covid-19 modificó los criterios del Comité Paralímpico Español (CPE), que obliga ahora a los atletas a repetir una marca mínima para certificar su presencia en la capital nipona el próximo verano. El de Oliva (Valencia) no ha querido desaprovechar la primera ocasión que ha tenido en el estadio Larrabide de Pamplona y ha sellado su pasaporte para la cita magna de 2021.
El subcampeón del mundo llegaba cargado de confianza y en un gran nivel al control organizado por la Federación Navarra de Atletismo. Durante el confinamiento construyó en el jardín de su casa un pasillo de lanzamiento que finalizaba en una lona en la que estrellaba unas pelotas de goma para imitar los ejercicios que suele hacer sobre el tartán. Después continuó su preparación en la arena de la playa y en la pista de Gandía bajo las órdenes de Juanvi Escolano. Todo ese trabajo tuvo su recompensa en territorio navarro ya que en el primer intento superó la mínima B exigida por el CPE -fijada en 59.64 metros-.
“En el calentamiento me encontraba muy fuerte y suelto gracias a que venía de hacer muy buena técnica en el último mes. Me notaba cómodo y en el primer lanzamiento aseguré la plaza para Tokio con 59.94 metros. Eso me dio seguridad, aunque mi entrenador me dijo que había sido un poco lento, por lo que decidimos darle más caña a la jabalina”, explica. Sin embargo, la potencia con la que recorrió el pasillo le jugó una mala pasada.
“Intenté ir más rápido, pero la técnica desvarió, apoyé mal con la pierna derecha y en vez de empujar hacia adelante, al llegar con más velocidad el cuerpo se desplazó e hice fuerza con la rodilla hacia adentro y he sufrido una subluxación de rótula. Habrá que esperar a que me hagan una resonancia en las próximas semanas para confirmar si hay algo roto”, lamenta el atleta del Club de Córrer El Garbí.
Ahí se acabó el concurso para el valenciano, que una vez amarrado el billete para los Juegos, su idea era tratar de batir el récord del mundo en categoría F12 (deportistas con deficiencia visual) que él mismo posee con 64.89 metros. “Llevaba unas semanas bastante positivas, lanzando por encima de los 63 y los 64 metros, así que quería acercarme o superar mi marca personal. No ha podido ser, aunque mi objetivo era lograr la mínima B en esta primera competición, es un alivio haberlo conseguido ya, estoy contento porque he cumplido el reto y ahora toca descansar y recuperarme. Aprovecharé también las vacaciones para operarme de una hernia inguinal y quitarnos los posibles males para el día de mañana”, asegura.
Sin pruebas importantes a la vista este año, Cabrera ya piensa en plantear la siguiente temporada de cara a los Juegos Paralímpicos. “Aunque hay pocas competiciones, quería participar en algunas de ellas para superar el récord del mundo, pero estando en esta situación física y con el problema de los rebrotes de coronavirus que hay por todo el país, mejor me lo tomo con calma, el objetivo del año ya está hecho. En mi mente solo está Tokio 2021, será un camino duro, pero entrenaré fuerte para pelear por las medallas”, sentencia.