Un tatami sin judo ni contactos

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Los judokas de la selección española siguen sin poder entrenar con agarres y piden a las autoridades que les permitan retomar su actividad.

Jesús Ortiz / dxtadaptado.com

Con dos metros de separación en el tatami, cada uno trabajando en su cuadrícula delimitada para cumplir con el distanciamiento social y sin táctica ni estrategias para derribar al oponente ya que tienen prohibido el contacto. Con este panorama poscovid llevan casi 11 semanas los deportistas de la selección española de judo para ciegos que entrenan en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid. Sergio Ibáñez, Borja Pahissa y los hermanos Álvaro y Daniel Gavilán lo están pasando mal ya que las autoridades no les permiten retomar su actividad plenamente, donde el agarre es la idiosincrasia de este deporte.

“Al principio podíamos entenderlo, la pandemia estaba golpeando fuerte y la situación era delicada. Pero no tiene lógica que en el CAR más importante del país no nos dejen hacer judo tras dos meses y medio, con las medidas y protocolos sanitarios tan estrictos que tenemos. Es absurdo, nos han hecho dos test PCR y dimos negativo. En otros sitios como en la Comunidad Valenciana, Murcia o Baleares sí les dejan. Por no hablar de que sí se puede ir de fiesta a una discoteca o tomar cervezas a una terraza, pero no practicar judo. A algunos se les olvida que son deportistas de élite que están luchando por estar en unos Juegos”, explica el seleccionador nacional, Alfonso de Diego.

Daniel y Álvaro Gavilán en la Copa del Mundo de Georgia.

Cada día trabajan durante cuatro horas intentando sustituir el entrenamiento específico del judo por circuitos físicos con carreras, pesas y ejercicios con anillas y barras en el gimnasio. En el tatami solo pueden usar gomas elásticas y abrazar a muñecos de unos 20 kilos: “Después de estar tres meses metido en casa si te sirven para quitar las telarañas y coger el tono, pero luego ya no valen, necesitan combatir con otros compañeros. Es como si al nadador le quitas la piscina o al futbolista la pelota”, insiste el técnico español.

Hacen lo que pueden sobre el tatami, pero sin tocarse ni zancadillearse. “El muñeco solo nos sirve para tumbarlo, pero al final te aburres porque no te ponen resistencia. Estamos en un momento excepcional, pero es incongruente que nos lo sigan prohibiendo cuando en otras disciplinas están en continuo contacto y en el CAR estamos muy controlados. Eso sí, nada me va a quitar las ganas de intentar estar en mis segundos Juegos Paralímpicos. Antes del estado de alarma me encontraba en gran forma, saqué una plata en la Copa del Mundo de Georgia tras ganar al número dos del ranking -el uzbeko Feruz Sayidov-. Así que iré a por esa plaza para Tokio, aunque tenga que llevar mascarilla o traje de buzo”, dice entre risas Álvaro Gavilán, vigente bronce mundial en -73 kilos.

Su hermano Daniel, que también subió al podio en territorio georgiano antes del confinamiento, le pilló este parón en pleno cambio de categoría. “Estoy en proceso de adaptación a un nuevo peso, -60 kilos, y para progresar necesito combates. Es frustrante ver que rivales de otros países sí entrenan y a ti no te dejen o cómo hay contactos entre los jugadores de la liga de fútbol. Nosotros también somos profesionales. Es un paso atrás, están tirando piedras sobre su propio tejado y luego nos pedirán resultados en las competiciones. Es incoherente no poder entrenar con tu compañero, pero sí ir a tomar algo con él a un bar”, recalca el madrileño.

El judoka onubense Borja Pahissa.

El onubense Borja Pahissa (-60 kilos) es otro judoka que lleva bastante mal esta situación. “Sigo sin entender que después de pasar pruebas PCR, dar negativo y estar internos en el CAR no nos dejen agarrarnos ni siquiera para hacer ‘Uchi-komi’, que es una rutina que no puede faltar en nuestra preparación para practicar la técnica. En lugar de avanzar hemos dado pasos hacia atrás. La agilidad que habías ganado se pierde, te notas más lento y torpe, no profundizas bien, en nuestro deporte es fundamental el contacto, que un rival te lo ponga difícil. Estamos luchando por ir a unos Juegos y trabajando muy duro para lograrlo, pero no daremos el 100% si seguimos así. Hay otros países que ya entrenan y ellos tendrán ese plus respecto a nosotros”, comenta.

Sergio Ibáñez (-66 kilos) se desplazó hace unos días hasta la capital española con la idea de poder ejercitarse con el resto de la selección, pero aún no ha podido practicar su deporte. “De todo lo que estamos haciendo no hay nada que se asemeje a entrenar el judo ni que nos ayude a tener sensaciones de agarre a un judogi ni a las reacciones de un compañero. Si cuando estás de vacaciones una semana ya lo notas, imagínate si llevas casi seis meses. Estamos perdiendo toda la preparación que llevamos sufriendo desde el pasado verano, todo lo que has hecho parece que no vale para nada”, lamenta.

Sergio Ibáñez y Alfonso de Diego.

El aragonés, subcampeón del mundo y bronce europeo, asevera que se sienten abandonados. “Te ponen muchas medidas para controlarnos, pero no están por la labor de que haya contacto. Tenemos que remar contracorriente porque otros países ya están trabajando, pero como perseguimos unas metas y sueños, lo haces con todas las ganas. Me siento triste, pero esto no me mina la moral, estoy haciendo todo lo posible para clasificarme para los Juegos y voy a conseguirlo pese a los obstáculos”, añade.

Otra de las perjudicadas es la vallisoletana Marta Arce, que por motivos familiares no puede entrenar con el grupo en el CAR: “No puedo ir por incompatibilidad de horarios, mi pareja trabaja y mis tres hijos requieren mucha atención. Entreno en casa y voy a mi club en Las Rozas, donde estamos separados por más de dos metros y hacemos trabajo que no tiene nada que ver con el judo. Eso sí, mi entrenador nos está dando una paliza cada día”, afirma la triple medallista paralímpica (plata en Atenas 2004 y Pekín 2008 y bronce en Londres 2012). El seleccionador español confía en llevar a tres o cuatro judokas a Tokio. “El periodo de clasificación se ha ampliado hasta finales de mayo de 2021. En teoría quedarían dos pruebas puntuables, pero habrá que esperar cómo evoluciona la pandemia en el resto del mundo”, apostilla De Diego.

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